miércoles, 27 de enero de 2010

DICEN QUE ALLÁ LEJOS

Dicen que la Tierra tiembla.
Que doscientos mil se mueren bajo lápidas de escombros en la isla caribeña.
Dicen que el océano se encrespa.
Que en el Pacífico la ola arrasa con gente como nosotros y con cabañas de pescadores que ya nunca serán suyas otra vez.
Dicen que el fuego quema el suelo y quema el aire.
Que los incendios se devoran bosques, praderas, plantaciones, ornitorrincos y canguros en Australia...y que pasarán años antes de curar las llagas de la Tierra.
Dicen que las nubes desconsoladamente lloran.
Que los morros se desploman sobre ranchos de lugareños y sobre hoteles de turistas en Brasil.
Dicen que el aire se congela.
Que en el norte la nieve detiene la vida de aeropuertos, carreteras y cadenas laborales.
Que en Europa hiela como nunca, que en Mexico la gente hunde sus piernas en la nieve y que en Cuba sufren dos grados a pleno mediodía.
Dicen...
que estos desastres castigan allá lejos.
...pero, también dicen...
que el planeta es uno sólo
y cada geografía está relacionada con la otra.


Aún intenta Paysandú recuperarse de las últimas inundaciones.
Hace menos de un año la sequía pelaba los campos y marcaba los huesos bajo la piel de los vacunos.
Los tornados se reiteran con tanta frecuencia que los "alerta naranja" ya se emiten de rutina.
No es que antes no existieran terremotos, tsunamis o sequías. Lo que ha cambiado es la frecuencia y la intensidad con que se producen.


Hoy nos conmueve Haití, en gran medida, por la exposición cotidiana de los medios internacionales de comunicación.
Hace rato que Iraq pasó de moda, el Katrina es un recuerdo y el frío silencioso sigue matando gente en el lado norte del planeta.


Nada de esto es casual.
Somos todos responsables.
Unos más que otros.


Hace años que los científicos y los movimientos ecologistas vienen advirtiendo acerca de los peligros del calentamiento del planeta como consecuencia del descontrolado uso de la energía y la falta total de respeto a las reglas naturales.
La emisión de gases que no impiden la llegada de los rayos solares, pero frenan el reflejo de esas ondas sobre la superficie de la Tierra, no dejan liberar el calor en la medida equilibrada. Como consecuencia de esto la Tierra va aumentando su temperatura.
Los casquetes polares se derriten y elevan el nivel de los océanos. Esto , más la evaporación del agua y las lluvias consecuentes, provoca inundaciones. A su vez, el calentamiento de la atmósfera y la superficie de la Tierra contrasta con el enfriamiento -que el derretimiento polar provoca- de las corrientes cálidas de los mares. Es así que el clima sufre un descontrol impropio de la lógica sabia de la naturaleza.
Este rumbo nos conduce a la auto destrucción de la vida en el planeta.


¿Cómo recuperar el orden natural para mejorar la calidad de vida y medio ambiente?
La solución es necesariamente colectiva.
Los esfuerzos individuales son loables, son ejemplo y colaboran, pero no resuelven el problema.
Las naciones del mundo deben comprometerse a reducir la emisión de gases de efecto invernadero en bien de todos...incluso en el de aquellos países que más emiten y que mayores beneficios económicos obtienen de ese sistema de producción y consumo.


Hubo, hace unos años, un acuerdo llamado Protocolo de Kyoto, para reducir el uso de energía contaminante...pero no lo firmó Estados Unidos, el país que -por sí solo- genera más del 60% de los gases de efecto invernadero.
En diciembre pasado hubo otro encuentro de todas las naciones del mundo, por este tema, en Copenhage, Dinamarca.
La solución que los países contaminantes (que, a la vez, son los más poderosos) ofrecen es ... ¡no cambiar nada!, y , como compensación, pagar un monto de dinero (creen que todo se arregla con billetes...) a los países que no contaminan.
Ah! también hablan de plantar árboles en nuestras regiones, ya que "los árboles absorberían parte de esos gases y limpiarían el aire".
Negocio redondo: aparte de contaminar, nos cubren el territorio de plantaciones que ellos mismos aprovechan luego para sus fábricas de pasta de celulosa, que seguirán contaminando el aire...y así en un círculo perverso del cual debemos liberarnos…Por si fuera poco, los bosques artificiales desplazan a las praderas naturales , que , desde sus pastitos han procesado el carbono con la fotosíntesis desde el principio de los tiempos.
Esta historia continúa en Mexico, sobre fines de este 2010, donde se deberá tomar una resolución definitiva. Hay varios países , movimientos sociales y científicos, que están elaborando propuestas de verdadera defensa de nuestro clima y naturaleza. Implican una reducción del consumo de energía contaminante y un cambio en los hábitos de vida, recuperando la raíz natural de nuestras conductas.
Medidas de este tipo deberán estar respaldadas por una corriente de opinión poderosa a nivel de toda la humanidad.
Incluso de los habitantes de aquellos países más reacios a los cambios….así sea en beneficio de sus propios nietos.
Hoy en día no son las naciones, sino las corporaciones multinacionales quienes terminan decidiendo el modelo de producción que nos guía a todos a un estilo de vida consumista que desprecia los valores que, en el discurso, siempre defendimos.
Por eso, la batalla se dará en definir como caduco y nocivo este modelo de relaciones socio-económicas llamado "neo-liberal", o de "libre mercado" cuyo único objetivo es la acumulación de riqueza en -cada vez- menos individuos, en detrimento de la pobreza de la mayor parte de la humanidad.
Debemos encontrar modelos nuevos.
La libertad individual debe permanecer como una bandera a defender, pero siempre y cuando no lastime la libertad de los demás y no dañe el medio ambiente.
La Tierra es de todos.
La pacha mama de los pueblos originarios, de donde, en definitiva todos provenimos, es el hábitat donde hemos podido crecer y desarrollarnos como especie.
En estos días circula una película -bien comercial, pero raramente bella y profunda- que vale la pena ver con nuestros hijos:
"AVATAR", del canadiense James Cameron.....
véanla ... y encuentren en la mirada de sus gurises el puente alegórico entre la Pandora de la historia y nuestro querido planeta malherido por la gula de algunos hombres.
Es momento de poner en práctica aquello en lo que creemos.
Se puede comenzar en casa. Tratemos de hacer coherentes nuestras palabras con nuestros actos.
Antes de exigir estilos de vida saludables y cuidado al medio ambiente a los jóvenes, demos nosotros el ejemplo.
Sumemos nuestras ideas a la opinión pública.
Aportemos al barrio, a la ciudad, a la región…
Si antes sufrimos frustraciones, empecemos otra vez.
Este es el momento, y este es el lugar.
Hace ya muchos años, un pensador francés decía:
“No existe fuerza más poderosa sobre la Tierra, que una idea a la que le ha llegado su tiempo”.

1 comentario:

jacqueline zorrilla dijo...

VAMOS QUE SE PUEDE!!!!!!DALE JORGE, TE APOYAMOS, PEDRO Y JACQUELINE

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