lunes, 1 de junio de 2009

LAS GOTAS DEL AGUACERO


Era un verano seco y duro. En la Policlínica Santa Rita , rondando el barrio Borro de Montevideo se empezaba un plan piloto para combatir la mortalidad infantil por diarrea.
En esa zona venían sucumbiendo decenas de niños menores de un año por la deshidratación consecuente a la diarrea.
Uno de los problemas era que la Policlínica se mantenía abierta desde las 6 de la mañana a las 6 de la tarde ... después ... el barrio quedaba sin cobertura alguna.
Por las noches no entraban los taxis ni los ómnibus ... apenas algún patrullero audaz y rapidito.
Al bajar el polvoriento sol, el barrio era una isla .
Una isla de miedo, de inseguridad ... de desamparo.
Los niños del barrio,- tan pobres como los adultos, pero más indefensos,- sin alimentos, sin saneamiento, sin agua potable, sin transporte, sin cama, sin techo, sin conocimientos para protegerse, eran víctimas fáciles para las secuelas del hambre.
El hambre, sí, porque nadie se muere de diarrea si está bien alimentado, con su sistema inmunitario en orden y con la posibilidad de reponer por boca lo que se está perdiendo por el intestino.
Cuando el rotavirus ataca al intestino de un pequeño mal comido, la pérdida de nutrientes y de sales minerales lo descompensa rápidamente,..... pero lo que peor le afecta es la falta de agua.
Estos niños se morían de deshidratación ... aunque el parte de defunción estableciera: "gastroenteritis aguda"... una falacia que esconde la inconveniente muerte por desnutrición.

Como solución de emergencia, ese verano de 1987, un grupo de trabajadores de la salud nos dedicamos a asistir diariamente a la Santa Rita.
Allí atendíamos en lo que podíamos.
Mi "consultorio" era una piecita de depósito, de dos por dos y mi camilla , una improvisada pila de cajas de cartón forrada con papel cometa.
Pero lo más valioso de todo esto venía después de la jornada de trabajo

Algunos de nosotros nos reuníamos en una especie de "casa comunal" y convocábamos a cincuenta o sesenta madres, abuelas, hermanas , tías, vecinas ( en estos barrios se respira el matriarcado).
Allí explicábamos que definíamos DIARREA cuando el bebé hacía más de tres cacas líquidas en el día, o aún siendo menos, si se acompañaba de vómitos.
Enseñamos una planilla sencilla de registrar, donde la "equis" era una deposición líquida y la "raya" un vómito. Así llevábamos un control diario de las pérdidas de agua y alimento, desde que nos íbamos hasta el otro día a las 6.
Explicamos que se puede conocer que el bebé se está deshidratando cuando llora pero no le caen lágrimas, cuando se toca su boca y el dedo se pegotea, cuando no orinan y cuando entre pulgar e índice se estira un pliegue de piel de la panza y al soltarlo logramos ver desaparecer la arruga (lo normal es que la elasticidad sea más veloz que el registro ocular).
Cuando el niño estaba en estas condiciones debían darle suero de rehidratación oral.
Esto es una asociación de sales minerales que , mezcladas con cuarto litro de agua, están en proporción adecuada para reponer lo que se pierde en la diarrea.
Demostramos cómo debían darle ese suero, a razón de -al menos- 100 cc por cada deposición o vómito, y dibujamos en la planilla una segunda columna que registraba estos aportes.
Con estas únicas medidas, sin gastos de tecnología de punta ni personal altamente especializado, ese verano ...
¿saben cuántos niños menores de un año padecieron diarrea?:
276
¿saben cuántos debieron internarse?:
dos...gemelos desnutridos ...
Los llevé yo mismo un mediodía tórrido en la parte de atrás de un patrullero, haciendo respiración boca a boca desde los cuernos de Batlle hasta la puerta del Pereira Rossell.

De esos 276 afectados, ¿saben cuántos murieron?:
uno...
lamentablemente falleció un bebe que no debía morir,
Pudimos salvar a uno de los gemelos, pero el otro no resistió con sus defensas ausentes y sus células sedientas.
¡¡¡Pero se salvaron 120!!! ... más o menos esa era la insoportable cifra de la masacre estival.
¿Losrescataron las bolsitas de sales rehidratantes?
¿Los salvó nuestro control y nuestra presencia de doce horas?

No. Esos 120 niños que estadísticamente estaban condenados al empezar el verano, sobrevivieron por la actitud de aprender y decidirse a defender su propia salud de parte de los pobladores.
Tanto fue así que, al final del verano, a las mujeres se empezaron a sumar hombres y a razonar sobre las causas de este crimen anual que se venía produciendo y que se podría haber evitado antes.
Entre muchas razones surgió una básica: la de la falta de agua potable y saneamiento.
Se movilizaron, protestaron dentro mismo del recinto de OSE.
Les decían que material había, pero faltaban obreros para zanjas y cañerías.
Se conectaron con Facultad de Arquitectura, y los ayudaron, pero también vinieron estudiantes de ingeniería, y algún agrimensor que se enteró.
Las zanjas y los acoples los hicieron los propios vecinos.
Al siguiente verano tenían agua para beber... ¡Agua sana! de la que se privaban en el país del agua, en el país del continente donde
"los ríos son como venas
de un cuerpo entero extendido"

La miseria y las carencias siguieron y aún persisten en el Borro y en muchos Borros del Uruguay, pero la pobreza se dignifica cuando se pelea por hacer mejor la vida de los que nos rodean.
Se vuelve sol la noche cuando no esperamos a que nos resuelvan la vida, sino que salimos a buscarla con inteligencia, con fuerza y corazón.

En pocos días podremos decidir que el acuífero Guaraní, uno de las mayores reservas de agua potable del mundo, continúe siendo nuestro.

Estamos demasiado acostumbrados a escuchar que "no se puede".

En el Borro decían "es trabajo para nada", "una gota no hace un río"...

Pero entonces, y el 31 de octubre una vez más, la porfiada humanidad nos repite entre Vigliettis y guitarras:

"que una gota , con ser poco,
con otra se hace aguacero"

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